por Belén Chávez
Como sabemos los recursos petroleros han sido fundamentales para la economía mexicana desde hace mucho tiempo. Debido a la escasez de petróleo, dificultad de extracción, falta de inversiones, innovaciones y plantas, en la actualidad encontramos varios problemas.
Uno de ellos es el incremento en el precio de los combustibles, tratando de ajustar el precio al valor real del producto; otro la falta de infraestructura en materia de refinación, provocando un mayor precio y largo proceso en la producción de combustibles, entre algunos problemas más; por lo cual se ha tratado de resolverlos o aminorarlos.
Por ello, en el quinto informe de Gobierno del presidente Felipe Calderón en lo referido a este tema encontramos que uno de los objetivos fundamentales es: “fortalecer la exploración y producción de crudo y gas, la modernización y ampliación de la capacidad de refinación, el incremento en la capacidad de almacenamiento, suministro y transporte, y el desarrollo de plantas procesadoras de productos derivados y gas”. Esto nos da un indicio de una búsqueda de mejores resultados con una implementación de medidas que resuelvan dichos problemas.
Pero, ¿Cómo poder hacerlo?, si los excedentes petroleros se han destinado principalmente a financiar los gastos y cubrir los déficit gubernamentales con ineficiencias del aparato productivo nacional y rezagos tecnológicos, acompañados por un consumo poblacional afectado por la caída del salario, desempleo y alza de precios. Se convierte en una tarea sumamente difícil.
En México contamos con zonas petroleras de suma importancia entre ellas Cantarell que representó el yacimiento petrolero más importante de las ultimas 3 décadas, con menor capacidad productiva que MaloobZaap de donde se extrae más del 70% del crudo mexicano, ambos localizados en el Golfo de México. Enfrentando una caída de la disponibilidad del petróleo para exportación en dichas zonas, se observa claramente la disminución tanto de exportaciones como ingresos; mientras en 1985 el porcentaje de las exportaciones totales respecto al petróleo eran de 54.5% para 2011 de 16%, una disminución de más del 50%.
Imaginemos entonces la situación, mientras en los 80’s más de la mitad de los recursos mexicanos provenía del petróleo, para los 2000’s representan menos del 20%. Esto por supuesto lleva a un cambio de política económica orientada hacia la búsqueda de mayores recursos y eficiencia de los mismos.
No hay que olvidar que nos encontramos ante una relación de dependencia económica y tecnológica con nuestro vecino del Norte, que por si fuera poco es el mayor comprador de crudo del país. Nos lleva por tanto a pensar en el rezago tecnológico existente en cuanto a la construcción de nuevas refinerías y en la perdida de presencia de PEMEX en el mercado petrolero internacional.
Además con la aprobación de la reforma energética en 2008, que mediante la Ley de Petróleos Mexicanos da más facultades a PEMEX de actuar a favor de sus beneficios, se dio un cambio estructural y normativo, que en el actual gobierno ha tratado de sobrellevar esta diferencia entre ingresos petroleros y no petroleros, infraestructura, explotación de recursos, incremento de la producción y exportación entre muchos más.
Podemos ver que los recursos petroleros han disminuido cuantitativamente, pero no por ello dejan de ser importantes para la economía mexicana. Si bien los ingresos no petroleros han superado a los petroleros siguen representando una parte fundamental de los ingresos. Por eso la creación y adaptación de políticas acorde a las necesidades y modificaciones de las mismas jugaron y juegan un papel importante en el gobierno actual.
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