Por Enríquez Caballero Paola
Es bien sabido que el Estado mexicano tiene el deber de asegurar a la sociedad el cumplimiento de los derechos fundamentales, con lo cual cuenta con el patrimonio que ha sido recolectado a partir de diversos gravámenes e impuestos (ingresos públicos), y el cual igualmente se emplea con un concepto conocido como gasto público. Se habla de déficit[1] cuando los pagos superan a los ingresos y el balance, en consecuencia, es negativo; existen varios métodos utilizados por los gobiernos para poder pagar el déficit fiscal: disminución del gasto, aumento de impuestos, un aumento en la cantidad y monto de los préstamos que solicita en el exterior o a nivel nacional, o con emisiones de dinero.
Entre los numerosos problemas que actualmente vive el país, uno de los más importantes es la deteriorada situación por la que atraviesa el fisco mexicano, lo que ha acrecentado el interés nacional por la evolución de las cuentas fiscales. Este malestar fiscal ha sido el resultado de una tendencia creciente del gasto, así como de un crecimiento paulatino de los ingresos público, sin poder alcanzar los gastos. Es por eso que se han tratado de implementar una serie de políticas de ajustes que sin embargo han logrado conseguir resultados poco satisfactorios en materia económica.
En su quinto informe de gobierno, el Presidente Felipe Calderón aseveró que hasta la primera mitad de 2011, la economía mexicana se ha mantenido en expansión, consolidándose la recuperación económica que inició a mediados del 2009. Destaca que, pese a la crisis mundial, el país logrará un crecimiento del Producto Interno Bruto con un déficit publico de 2.85% en relación al PIB. El Paquete Económico está orientado a promover un mayor desarrollo en un contexto de responsabilidad en las finanzas públicas. Por un lado, se dirige a fomentar la recuperación de la economía al mantener el impulso contracíclico a través de un déficit público moderado y, por otro, a asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas al preservar una trayectoria descendente del déficit y dar continuidad a las modificaciones tributarias aprobadas a finales de 2009. Como se puede apreciar en la grafica (1) nos muestra el avance que ha temido el déficit que al parecer no tiene fin, a partir del 2008 tiene una caída drástica, pudiendo relacionar este fenómeno a la crisis que en esos momentos comenzaba.
En la siguiente grafica (2) observamos el transcurso de los ingreso en un periodo donde la política de ingresos se orientó al fortalecimiento de la recaudación mediante el mantenimiento del proceso de mejora de la eficiencia de la administración tributaria, una mayor simplificación de los trámites que deben seguir los contribuyentes para cumplir con sus obligaciones fiscales, la ampliación del número de contribuyentes y mejoras en los procesos de vigilancia del adecuado cumplimiento de dichas obligaciones.
*Grafica (2) Fuente: Elaboración propia en base a los Anexos del V Informe de Gobierno 2011.
En la política de gasto público se propuso fortalecer tres aspectos fundamentales para el pleno desarrollo del país y de la sociedad en su conjunto: i) el crecimiento económico y la generación de más y mejores empleos; ii) el apoyo al desarrollo social, con particular énfasis en educación, salud y combate a la pobreza; y iii) las actividades en materia de seguridad pública y procuración de justicia. El ejercicio del gasto público observado en la grafica (3) continuó desarrollándose en un marco de responsabilidad, austeridad, eficiencia y transparencia en la conducción de las finanzas públicas.
*Grafica (3) Fuente: Elaboración propia en base a los Anexos del V Informe de Gobierno 2011.
Tal vez el problema de los déficit fiscales no se debe a la necesidad de realizar un gasto (por ejemplo, una obra pública) sino a que la conformación del partido que toma las decisiones de política fiscal no representa a un sólo cuerpo sino a un conjunto de cuerpos muchas veces divergentes; y por ende la política fiscal es inconsistente en el tiempo. El problema fiscal es quizá el más importante que en estos momentos afronta México. No solo por la presencia de un déficit que llega al 2.85% del Producto Interno Bruto, sino también por el problema estructural que se deriva de una carencia de institucionalidad en el Sector Público y que convierte a las finanzas públicas en un problema de muy difícil solución.
[1] El déficit se le conoce como una cantidad, normalmente expresada en términos monetarios, que indica que una suma es inferior a otra.
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