por Roxana Arce Hernández
“México necesitaba de una política laboral capaz de garantizar los derechos del trabajador, que a su vez incrementaría la productividad, aumentaría los ingresos, otorgara bienestar a los trabajadores y hasta hiciera más rentable y eficiente a la empresa. Y entonces apareció… ”
La creación
Este año,
durante el sexenio de Calderón se estipuló una nueva Ley que vendría a
dar solución a casi 15 años de intentos
por mejorar la calidad del trabajo en todos los aspectos dentro de lo dicho en
la Constitución específicamente en el artículo 123. Dicho con otras palabras,
la Ley Federal del Trabajo necesitaba de una modernización.
Basados en las necesidades de aumentar los
principios de equidad, tener mayores niveles del bienestar y disminuir la
discriminación en el trabajo, es que se decidió dar inició a esta remodelación
de la ley que pasó a ser urgente luego de que la crisis del 2008 creará un
desempleo no sólo nacional sino mundial. Los datos estadísticos de diversas
instituciones, (OIT, OCDE, INEGI) empezaron a desplomarse en cuanto a este
tema, hablando específicamente de este país tanto la población económicamente
activa joven (14-29 años), como las mujeres empezaron a resentir las
consecuencias de la falta de empleo.
Existían tres dificultades que se tenían que
enfrentar: el desempeño laboral se hacía escaso cada vez más, y a su vez,
crecía la población económicamente activa; los empleos informales aumentaban
sin control y la certeza jurídica con la que contaban los trabajadores.
Por eso se creó la “Iniciativa de Trámite Preferente”,
que esperaba establecer las prioridades, dando 30 días para dar solución a esas
necesidades que están dentro de la agenda nacional. Es así como esta situación
ha representado un enorme reto para retomar el crecimiento y la generación de
empleos a nivel nacional.
Así que aparece la Reforma Laboral que busca la
protección de los derechos de los trabajadores y, por otro lado, el interés de
los patrones por encontrar mecanismos que favorezcan la competitividad y
productividad de los centros de trabajo.
El lado
obscuro de la moneda
Los motivos para iniciar cambios a las leyes que
regulan el mercado del trabajo siempre son los mismos, la argumentación gira en torno a mejorar la
movilidad y condiciones de los trabajadores, así como aumentar la
competitividad del país frente a sus socios comerciales; pero los motivos no
son los únicos que se repiten cada vez que se toca el tema, ya que la escuela
del pensamiento económico siempre es la elegida para diseñar dichos cambios, a
pesar de existir otras alternativas.
El pensar que las relaciones laborales son responsabilidad
exclusiva de los patrones y de los trabajadores es menospreciarlas y condenar a
esa sociedad a una exclusiva e inaceptable valorización de los seres humanos.
Es una inaceptable forma de pensar que, gracias a la ley, la propiedad de los
trabajadores se ha remitido tan sólo porque las normas establecen el precio y
los tribunales vigilan que se pague.
Hay que considerar modalidades de contratación que
deben ser manejadas en un orden concreto a que a la menor distracción podría
haber un error de cálculos y el trabajador o el mismo patrón pondrían tener
alguna pérdida.
Un ejemplo:
el trabajo decente más condiciones adecuadas igual a una vida digna
Es necesario aclarar que la productividad y
competitividad consideran al trabajador o la fuerza de trabajo, como factor de
producción y generador de costos. Dicha
consideración nos lleva a un análisis económico que en principio se olvida de
las condiciones de justicia y dignidad que establecen a la fuerza de trabajo
como una mercancía con características únicas y sujetas de derechos humanos. En
este sentido, trabajo decente o digno, pretende el equilibrio entre las
necesidades materiales de producción y acumulación, y las necesidades de
reproducción del trabajador en un contexto de "mejores condiciones de
desarrollo personal".
Las consideraciones de la iniciativa, contempla en
lo general las disposiciones de la OIT en relación al trabajo decente. Se
establecen los derechos del trabajador de manera detallada sin definir los
mecanismos de vigilancia y regulación. Los qué son satisfactorios. La situación
en los mecanismos de vigilancia,
propician un margen de violación a los derechos del trabajador, no sólo
respecto de la Ley Federal del Trabajo, sino en el marco de las nuevas reformas
de derechos humanos.
Las contradicciones históricas en la relación
capital-trabajo requieren de la intervención eficiente del Estado, como el
agente institucional que equilibre la relación entre
productividad-competitividad-trabajo decente; con el objetivo de lograr
crecimiento elevando la calidad de vida y oportunidades de los trabajadores.
En este momento, de acuerdo al análisis del Foro
Económico Mundial, México no cuenta con estas características en sus
instituciones. La reforma laboral, en este contexto podría, abatir costos sin
impulsar la productividad y el empleo.
Los ganadores de lo anterior serán, en el corto
plazo, las empresas en materia de reducción de costos, las clases profesionales
integradas a los sectores económicos de punta y, parcialmente, la iniciativa
otorga incentivos para que las empresas en la informalidad se regularicen; los
perdedores son los trabajadores fijos y/o aquellos que no tienen nuevos
conocimientos en este caso, informáticos que se requieren. La sustitución de
competencias por antigüedad abre la puerta a la lucha libre por la
sobrevivencia del más apto, ya sea nuevo como experimentado en el área; las
conquistas de las clases trabajadoras son estimadas sólo por el argumento de la
rentabilidad.
¿Y la
flexibilidad laboral?
Se hace referencia a un modelo regulador de los
derechos laborales que elimine trabas y regulaciones para contratar y despedir
empleados por parte de las empresas y organizaciones privadas, algo así como el
trabajo que llevan a cabos los sindicatos. La aplicación de la flexibilidad
laboral requiere de un proceso de desregulación del mercado laboral que usa de
referente la libertad de contratación y el contrato individual de trabajo, para
flexibilizar los mecanismos logrados por los sindicatos en el siglo XX,
esperando con ello mantener el crecimiento de todo el sector privado.
De acuerdo con los autores al aumentar la
flexibilidad laboral se establece que ésta permite mayores oportunidades a las
empresas y a las personas, en el mundo globalizado donde las estructuras y las
legislaciones algo complejas resultarían ser limitaciones que debían ser
superados buscando mayor libertad para la población económicamente activa. Por
otra parte diversos economistas han
criticado el término de "inseguridad del puesto de trabajo", y niegan
que en todos los casos tenga el efecto positivo que le atribuyen los partidarios
de la flexibilidad.
La mayor flexibilización laboral considera que
puede ayudar a la creación de empleo a través de la reducción del costo de la
mano de obra o del tiempo de jornada o de contratación. Sin embargo, sus
detractores señalan que en muchos casos una mayor liberalización de las condiciones
de contratación no ha ido acompañada de un aumento del empleo, como durante la
crisis económica de 2008, y sólo persigue una reducción de los gastos de
personal en las empresas sin fortalecer el empleo a largo plazo.
Para algunos, la mayor flexibilización que plantean
sus argumentos desde el análisis económico del derecho y otras fuentes, carece
de sentido establecer múltiples derechos en favor de cada vez menos personas, generando
beneficios de los cuales solo algunas personas gozan completamente, y que no
beneficiarían en estos tiempos a la mayor parte de empleadores y empleados.
Para sus críticos la flexibilización comporta mayor inseguridad jurídica para
los empleados y mayor eventualidad, dificultando el ejercicio efectivo de los
derechos laborales por parte de asociaciones de trabajadores o sindicatos.
Conclusión
Es necesario hacer hincapié en la necesidad de la
reforma laboral dentro del país, en este momento de baja o posible crisis. Se
requiere en un clima empresarial que se impulse el incremento de la
productividad y el empleo. En México, las condiciones y la ventana de oportunidad
siguen a la espera de lo que el gobierno decida, según crea conveniente; el
reto del próximo presidente de la república, es propiciar un entorno
institucional que este lejos de los intereses políticos y empresariales
específicos, con el objetivo de generar un ambiente competitivo e innovador
real y verídico. La reducción de los niveles de corrupción es urgente, aunque
cueste mucho esfuerzo. En materia laboral, la corrupción debe ser combatida en
los sindicatos y la impartición de justicia, como la Reforma lo está evaluando
y sugiriendo. Las instituciones eficientes son una necesidad material y
económica, su ausencia hasta ahora, no permite el despegue de la economía
mexicana.
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